Cuando atravesé lo que diagnosticaron como depresión endógena y cuatro vocablos más, lloraba desconsolada en mi habitación. Mi madre decía todo el rato, ¿has comido?, ¿has cenado?, ¿quieres un yogur? En mi puta vida había tomado yo un yogur, pero ella repetía no sé qué de galletas y pan y leche y yogures, siempre yogures. El llanto se descontrolaba, yo queriendo hablar de la trascendencia de la vida, de mis ganas de morirme de golpe, del vacío en el esternón y qué pocos podían escucharme expresar lo que pensaba y sentía. Era devastador, la verdad… Pero luego (este ‘luego’ se dice rápido pero quizá abarca no sé cuántos millones de años), supe de amores y formas y modos de expresar lo mismo en diferentes idiomas. Supe que hay un inmenso impulso vital y que aprendemos a experimentarlo cada uno a su modo, condicionado, sí, aprendido, sí, repetido, sí… pero que muchas veces sale del mismo lugar. Que aquellos que lograron traspasar sus propias barreras y escucharme eran tan necesarios como el yogur de mi madre. Que me querían, aunque yo no me enterase, que les importaba, aunque no como mis estrictas sentencias decían, que querían verme ‘bien’, aunque no lo expresaran como yo esperaba. Como los idiomas, ¿sabes lo que te digo? El amor es una cosa y las formas de decirlo variadas y abundantes. Je t’aime, i love you, ñiñiñi, bla bla bla y el yogur de mi madre esperándome en la nevera de nuestro hogar.
Cuando tu madre te da un tupper lleno de comida que hizo pensando en ti y a ti te parece una puta pesadilla porque ya está bien, hay que ver, que me deje, quiero ser independiente y libre y ay, joder, lo que yo necesito es un abrazo y nunca me lo da, quizá convendría observar que cada tupper y cada bizcocho y cada cocido, croquetas, pechugas y ternUra en salsa es el abrazo que ella sabe dar, una forma de amor tan válida y eficaz como tus te quiero en el oído de aquel al que más quieres de verdad.
Estamos rodeados, no hay escapatoria, el amor está por todas partes, en sus formas y modos… Hay un helado esperándote en el congelador y un mensaje de tu padre que dice ‘te echo de menos’ aunque ponga, ya te vale, llevas seis días sin llamarnos…
¿Cómo vamos a traducir lo que ocurre?… cómo vas a leer lo que ocurre a tu alrededor… cómo vas a aprender a poner todo a favor?
En fin, yo qué sé, ya sabes tú, qué sé yo 🙂 Que si sientes que… no sé, que estoy al otro lado de un mensaje para acompañarte a transitar el laberinto de tus propias ideas y construir el espacio íntimo, personal y auténtico donde más te apetece vivir ❤